Esta construcción, posterior a la erupción de 1706, conserva el primigenio pavimento adoquinado, así como una profusa mampostería de piedra basáltica. Posee una zona acotada para embarcaciones de pesca, y maquinaria (grúas) para elevar y descender las embarcaciones despesca. Posee un recinto acotado para las embarcaciones de pesca. Destaca, sobremanera, la escultura Tensei Tenmoku ubicada al final del dique, pudiendo divisarse, a través de la misma, una curiosa estampa del “Roque”. La amplia explanada sita junto a los diques se utiliza como aparcamiento y para la celebración de eventos festivos.
En sus proximidades se encuentran aún los viejos almacenes de la empaquetadora de plátanos con el antiguo pescante para el embarque de la fruta, los cuáles se han constituido en una importante seña de identidad del litoral de Garachico. El puerto de Garachico fue acondicionado durante el reinado de FelipeII. Desde aquí salían las naves con azúcar y el afamado vino de malvasía hacia los puertos del “Nuevo Mundo”, Gran Bretaña, Flandes, Angola, etc., y regresaban con productos de considerable estima, como especies orientales, esclavos de África, paños ingleses, obras de arte flamenca y diversos productos manufacturados (joyas, aceites, cueros...).
Fruto de ese desarrollo mercantil y social, Garachico se transformó en una localidad próspera. Pero, el gran golpe que ocasionó la quiebra total de la economía fue la erupción volcánica de 1706, cuyas lavas, arrojadas desde las cumbres del municipio, descendieron por los escarpados acantilados, sepultando para siempre la hermosa bahía que quedó reducida a la pequeña rada que vemos hoy.